miércoles, 23 de febrero de 2011

Capítulo 1 parte 2

2

- Sí, la conosco de oídas, pues nunca la vi y meno tan de cerca -comentó Iñigo, y continuaron escondidos tras los arbustos.-  ¡Aaaahhh, y no se os ocurra haser ningún ruido, joer, que pa una vez que se ve algo tan bonico no la fastidiemos…!

La imagen era patética: el mago tapándole la boca al pequeño Arthan e Iñigo bizco perdido...
De repente, un estruendo rompió el silencio.
- Joer, Arthan…- dijo Iñigo.
Y el niño sonrojado (más bien amoratado), susurró:
-P e r d ó n... se me ha escapado...
Ante la evidencia de su presencia, no tuvieron más remedio que personificarse en la orilla del lago.
- Buenos días, hada de los bosques- dijo Wherter.
- Buenos días, princesa de las llanuras- sopló Iñigo.
- ¡Ayúdame, por favor! ¡Quiero vivir!- imploró Arthan.
La sorprendida Céfiro miró al trío con aire desganado y, sin ningún tipo de pudor,    salió del agua. En las bocas de los tres apareció una babilla que chorreaba.
- Vamos a ver, ¿es que no se puede dar una un baño sin que le toquen los huevos? Joder, cómo sois los hombres…- dijo la princesa de las llanuras mirando a Iñigo-. Con nada os alborotáis. Sé que buscáis una flor de una planta especial…
Arthan, al oír eso, se incorporó como pudo y gritó:
-¡Por favor, si tienes la floresica dámela, ssshhhniiff, que quiero volver a casa y estar de nuevo con los míos!-, y empezó a llorar, saliéndole un inmenso moco verde de la nariz.
La princesa, muy emocionada, abrazó contra su pecho al pequeño Arthan, y le dijo:
- Tranquilo, pequeñín, estás en buenas manos: yo os acompañaré en esta búsqueda.
Wherter e Iñigo se miraron entre ellos, en silencio y con unas sonrisas pícaras de esas que brillan.
- Sé donde está la flor- dijo Céfiro-... pero tenemos de estar todos nosotros muy unidos- la sonrisa de Wherter e Iñigo se acentuó aún más- . Wherter, necesitaremos tu magia -ahí le dio a Wherter Young-, e Iñigo, necesitaremos también de tu espada y experiencia… yo pondré la inteligencia.
El pequeño Arthan se limpió la saliva con la manga y, tras carraspear, se dio la vuelta educadamente. Los otros dos no lo imitaron.
Céfiro los ignoró a los tres mientras se vestía con una túnica de seda. Entonces, Wherter Young vio una curiosa flor de tres colores en el pelo de la joven y le dio un codazo al montaraz para que espabilara.
-¿Qué miráis tanto, señores?
-¡La flor! -exclamó Montoyus.
-¿Dónde? -Arthan se giró. “Por fin voy a acabar con esta terrible pesadilla”, pensaba contento.
La dama de los bosques se acarició el largo cabello y tocó la flor con sus dedos. Era blanca, morada y azul, preciosa.
-¿Ésta? -inquirió sorprendida-. Es mía.
Arthan casi enloqueció de felicidad al ver la flor de Céfiro: movió su cabeza en un giro (en plan cámara lenta) buscando la flor que descansaba en la bella melena; en ese momento, el moco verde que anteriormente había aflorado de su nariz salió disparado e impactó contra Wherter y éste, en un acto reflejo, dijo unas palabras muy raras con una voz que no parecía ni la suya: era como si los Pecos y Melendi hicieran un trío (fue horrible). La intención del mago era, seguramente, deshacerse de la mucosidad pegada a su túnica… Y así, como quien no quiere la cosa, empezó a llover torrencialmente cayendo el agua de un modo tal que el moco fue arrastrado y se perdió por el suelo. Céfiro les dijo:
- Vayamos a mi casa, allí os mostrare un pergamino que creo nos será útil. Pero antes, ¿podrías detener esta lluvia torrencial que has desatado, mago?
- Lo siento muchísimo, princesa de la pradera: no puedo interrumpir el programa de lavado.
-¿Programa de…lavado?
- Faltan aún el centrifugado y el secado…
Dicho esto, la manga de un huracán les capturó, estrujándoles como una chacha a una bayeta; después de interrumpirse de golpe y caer a plomo al suelo, se levantó un vendaval tal que los tres parecieron banderas, agarrados cada uno a un árbol para evitar ser arrastrados a los confines del mundo. De pronto, el viento cesó: cuando se levantaron tras el talegazo inevitable, los tres estaban limpios y secos, y la mucosidad era historia.
-¡¡¡At-chís!!!-estornudó el niño-. Creo que me he resfriado…
-¡Niño, usa un pañuelo, cohones!- Dijo el mago-. O una hoja, o algo… ¡Como me manches otra vez, repito el proceso de lavado aunque pilles una neumonía!
-¿Bueno, qué?- bramó Céfiro, encendida ante la posibilidad de repetir la experiencia-. ¿Vamos a mi casa, o qué?
-Vamos, vamos, muhé, hay que ver cómo te pone –murmuró el montaraz, intimidado por el carácter de la muchacha.

Tras recorrer un largo camino (los caminos en los cuentos, siempre son largos, ¿os habéis fijado?), arribaron a una casa muy bonita. Céfiro los hizo entrar y empezó a buscar en los armarios.
- Ay niña, ¿dónde lo habrás dejado?- se decía a sí misma.
- Perdonad, princesa de mis sueños- interrumpió Wherter-. Dejadme hacer un conjuro para que aparezca el pergamino sin necesidad de buscarlo.
- ¡Nnnnnnnoooooooooooooo!- gritaron los otros tres a la vez-, ni se te ocurra.
Arthan estornudó y le volvió a brotar la horrible mucosidad.
- Ten, niño, límpiate con esto- Iñigo le acercó un papelucho que estaba a su alcance.
Al rato y ya desesperada, Céfiro se puso a llorar.
- Niño, trae pacá un cacho d'eso que Céfiro lo necesita- y muy amablemente, Iñigo le acercó el papel para que se secara las lágrimas.
- Pero, ¿que es esto?- chilló Céfiro.- ¡Ahhhhg, es el pergamino...!
Lamentablemente, el pergamino quedó ilegible, pegajoso y lleno de burbujas mucolíticas a punto de reventar.
- ¿Qué había en el pergamino?- preguntó Wherter Young.
- Las instrucciones de brico-manía para hacer del árbol de la entrada, Faethen, un práctico y molón armario empotrado. Porque mi flor es la última y no pienso dáosla.
- Pos yo no soy muy mañoso con las sierras y eso- dijo Iñigo, levantando las manos llenas de muñones allí donde una vez hubieron dedos.
- Pues sí que se te da mal, si...- opinó Céfiro.
- Y entonces, ¿cómo mierda saldré de este puto bosque?- preguntó el niño, muy mosqueado.
- ¡Niño, que no digas tacos!- le espetó Iñigo dándole un mamporro en la piñata que lo dejó más mellado que un piano viejo.
- Joder, Iñigo, cómo te has pasado...- dijo Wherter Young, mirando con pena al niño.
- Bah, si se le movían tos, antes los cambiará, ¿verdá, chaval?
- Do- dijo el crío escupiendo dientes y con lo morros más hinchados que la Esther Cañadas-, ya dos había budado...
- Tú tranquilo, nene, me sé un conjuro que te hará crecer los dientes en un plis- saltó Wherter Young
- ¡¡¡Po favó, piedad!!!! ¿Dónde efta la pelotita? me quero ir a mi caza…- chilló desesperado Arthan.
- Acabemo con esto cuanto ante- zanjó Iñigo Montoyus-. Si no nos quiere dar la flor a buenas, tendrá que ser por las malas
Y sacó su larga espada mientras poco a poco se iba acercando a la sorprendida Céfiro.
- ¡Un momento!- gritó ella con desesperación-. Hagamos un trato. Vosotros me construís una piscina olímpica en el jardín y yo os entrego la flor- una sonrisa en la boca delataba su malicia.
- ¿Por qué íbamos a trabajar para conseguir la flor, si somos dos y medio contra una y te la podemos arrebatar?- Escupió Wherter Young.
En ese momento se abrió la puerta y apareció una caballera con una resplandeciente armadura, espada en mano y con un escudo que tenía como blasón un futbolín medio introducido en un culo, bajo el cual rezaba la leyenda: “Y en tu culo, un futbolín”.
- ¡Dos y medio contra dos, mago de mierda!- Soltó Sashka de St. Andrews.
- Do no juego…- dijo Arthan asustado.
- ¡Sashka, siempre a tiempo! -exclamó Céfiro-. Aunque me las estaba apañando muy bien... -añadió por lo bajo.
-Sí, ya lo veo. Pero como me he olido problemas....aquí me tienes a mí y a mi blasón- contestó la guerrera.
-¿Qué? ¿Cuándo empezamos, chicos? -apuntó Céfiro con una sonrisilla picarona, mientras cogía un cepillo de barrer, le quitaba el cepillo, lo tiraba por allí (le dio a Arthan sin querer) y se quedaba con el palo, en posición de ataque.
-¡Ay! ¡Do zoy de dos buenos! -se quejó Arthan, escondiéndose debajo de una mesa camilla.
Wherter Young e Iñigo Montoyus se apartaron y se juntaron mucho el uno al otro para cuchichear.
-Mira, yo cojo a la damiselilla de los vientos, y tú le quitas la flor ¿ok? -susurraba el montaraz.
-Te quedas con la mejor parte, cabrón...
-¿Y yo fé hago?- dijo Arthan.
- Tú entretén a la guerrera...
El niño miró desde debajo de la mesa camilla a Sashka de St. Andrews y a su espada resplandeciente. Luego se fijó en el blasón del escudo.
- Zí, hombre, y gué máz. Prdefiedo cavar da pizina...
-Será cobardica...- espetó el apuesto Iñigo- ¡Pues si esa tía es casi tan baja como tú!
- Que no, que duego siempde acabo yo lezionado.
-Bueno... no me dejas más remedio que enfrentarme yo mismo a ella...- resolvió el montaraz, fastidiado.
Entonces, Céfiro se quitó la flor de los cabellos y la introdujo protectoramente en su escote.
-¡La madre que me...! ¡¡Niño- le susuró al amedrentado Arthan, con los ojos saltando como las gambas- tú te vas a por la caballera como que me llamo Íñigo!!
- Está bien, está bien, yo iré a por la caballera- dijo Wherter Young- . Tú y el niño a por la flor… a la de tres. Una, dos…y ¡tres!
Iñigo sorteó a Céfiro y la agarró desde detrás. El niño se disponía a meter la mano en el escote cuando un bramido le detuvo.
-¡Ni se te ocurra, niño de los cohones!
Y, soltando unas babas viscosas y con una sonrisa lujuriosa y lasciva, metió la mano en el escote.
-¡¡¡Será cabrón!!! ¡Tú no buscas la flor!- dijo Céfiro retorciéndose con rabia- …y ¡deja de babearme, asqueroso!
“¡
Pero cómo me estoy poniendo!” pensó Iñigo, que tenía ya línea con Corea.
Sashka de St Andrews, al contemplar la escena, ardió de rabia. No le gustaban los sobones. Se deshizo de Wherter Young de una patada, quien fue a parar contra los otros tres, cayendo todos al suelo. Buena carambola.
-Estupenda posición… muy oportuna. Voy a dejar el culo de ese aprovechado como la bandera de Japón…
Acto seguido, en un movimiento apenas perceptible, sacó un futbolín. En otro rápido movimiento, se lo introdujo a alguien…
-¡¡Ay, ay!!!!-gritó Arthan.
-Coño, pero qué perra suerte tiene el niño éste….

Entonces fue cuando la pesadilla empezó realmente. El chavalín, con el futbolín en sus posaderas, comenzó a coger un colorcillo así como verde fluorescente; su cabeza empezó a girar sobre sí misma al estilo de la niña del exorcista, de su boca surgieron grandes colmillos (dos concretamente), y lo peor... empezó a sonar una musiquilla de fondo… ¡Aaaaaarrrrrgggg, eran los Pecos y el Melendi!
Wherter, inocentemente (no podía resistirlo), empezó a bailotear e Iñigo no tuvo más remedio que darle un cosco para hacerle ver la negra realidad. En eso que Céfiro y Sashka de St. Andrews, asustadas perdidas, fueron a refugiarse tras las espaldas de los valerosos amigos.
- Huy, qué brazotes más fuertes tienes, Iñigo- dijo Sashka de St. Andrews.
Wherter, entre tanto, no dejaba de hacer gestos raros con las manos; sus conjuros transformaban aún más al pequeño diablillo, tomando éste el aspecto de un terrible dragón. Céfiro le dio otra colleja a Wherter, gritándole:
-¡¡¡ TATE QUIETO, JODÍO!!!!!!!
En eso que el horrible dragón aprovechó para quitarle la flor a Céfiro y salir volando, destrozando lo que quedaba de techo.
Un silencio invadió el lugar, dejando de sonar la música... los cuatro se quedaron un ratillo mirándose, como cuatro lelos.
- ¿Jugamos al teto?- dijo Wherter Young, a lo cual le llovieron dos nuevas collejas-. No, si era por decir algo...
- Anda que si cuela...- susurró Iñigo-. Nunca ni un poco de suerte... nch...
Mientras se frotaba la dolorida nuca, Wherter escuchó un batir de alas.
- ¿Qué es ese ruido?
-¡Ostras, tú, el dragón vuelve con mi flor!- exclamó Céfiro.
-¡Cabrones de mierda!- tronó una voz desde los cielos.- ¡Me habéis roto y quemado la cocorota, atravesado el cuerpo con pinchos, tirado un cepillo a la cabeza, dejado sin dientes e incrustado un futbolín en el cero! ¡Os vais a enterar ahora! ¡¡¡Muahahahhahahh!!!
Y dicho esto comenzaron a llover plastas de dragón, apestosas y horribles plastas del tamaño de ruedas de camión.
Los cuatro despavoridos humanos corrían de aquí para allá esquivando los proyectiles que les salpicaban, chocando entre ellos, tapándose las narices. El dragón se lo pasaba de muerte, pero tenía mala puntería.
¡¡Choff!!!
- ¡Ay, joder, que casi me da, aparta, jodío magoooooo!- chillaba Sashka de St Andrews.
¡¡Choff, choff!!
- ¡Mierda, mierdaaaaaaaa!! ¡¡Aaaaaaaaaaaagh, qué asscooooooo!!!- decía Céfiro entre arcadas.
¡¡Choff, choff!!
- Si, mierda, eso es... Bueno, podría ser peor... - dijo Íñigo, que no había sido muy diestro esquivando e iba pringado de arriba a abajo.
- Pues alégrate de que no sea fuego, hijo, porque estarías carbonizado...- apuntó Wherter Young, sorteando los apestosos proyectiles tanto como a Íñigo.
¡¡Choff, choff, chooooooooooooooooooooooooooooofff!!!
La última andanada, casi líquida, los dejó a los cuatro empapados. Y a Iñigo incluso lo pilló con la boca abierta (no callaba ni debajo del agua).
-¡¡Hijoputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!- gritaron los cuatro al unísono.
-¿Ein? Eso, ¿me lo habéis dicho a miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii?- bramó el dragón, a quien al parecer le había sentado mal la observación.
- ¡Joer, Wherti, has algo!- dijo desesperado Íñigo-. Pero a ve si ésta vez asiertas.
- Pero mucho cuidadín, mago de pacotilla- le advirtió Shaska de St. Andrews con cara de loca-, o seré yo misma la que te corte los cataplines.
-¡Déjalo mujer, déjalo que se concentre, que el dragón se está lanzando en picado hacia nosotros!- Gritó Céfiro.
- Agashucins, apalandtiogf...un pasito palante maría, Grestifh numbelatus, ¡un pasito patrás!
El mago y su letanía consiguieron en el último momento que apareciera Ricky Martin delante del dragón. Mientras el dragoncete se entretenía con la chuchería, los cuatro cagados compañeros salieron corriendo en busca de la pelotita para calmar a Arthan.
- ¡Vaya mierda de conjuros los tuyos, mago! ¡¡Seguro que estudiaste en un curso por correspondencia!!- le espetó Sashka de St Andrews.
- Jo... ¿cómo lo has adivinado?- le preguntó sorprendido Wherter Young.
- Nada... no hay más que verte...
- ¡Corred y callad, coñiiiiiiio!- les increpó el apuesto Íñigo, que ahora, rebozado en mierda, no parecía tan apuesto. Bueno, no parecía nada apuesto, a decir verdad.
- ¿A dónde vais? ¡Es por aquí!- chilló Céfiro.
-¿Por ahí?- preguntó Íñigo-. ¡Por ahí se va al lago!
- ¡Pues eso, tengo que lavarmeeeeeeeeeee!- dijo ella.
De repente, algo viscoso impactó a su alrededor. Sashka de St Andrews se detuvo y tocó la materia viscosa que había quedado depositada en una hoja.
- ¡Botox! ¡El maldito Ricky Martin iba relleno de esta mierda...! ¡Corred, si no queréis pareceros a la Duquesa de Albaaaaaaaaaaaaaa!!!
- La duquesa de Alba... ¡qué horró!- murmuró Íñigo con un escalofrío-. ¡¡¡Céfiro, a la mierda el baño!!! Correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeed!!!!
- Pera, que me sé un conjuro que hará aparecer a la Obregón...
-¡Calla, locoooooooo! ¿Quieres darle ahora proyectiles de silicona al dragón??- se enfadó Céfiro.
En esto, dos elfos aparecieron entre la espesura blandiendo dos arcos cargados, cuyas flechas les apuntaban directamente.
- ¡Quietos!- dijo el elfo-. Mi nombre es Mablunq de los Bosques y estáis detenidos.
-¿Detenidos? ¡¡¡Pero nos persigue un dragón que nos quiere papear!!!- le explicó Wherter Young.
- Pues por eso- se inmiscuyó la elfa-. Yo soy Tiganilla de los Bosques. Somos de la protectora de animales, y estábais acosando a una especie protegida.
- ¿Nosotros acosando? ¡Si es al revés!- protestó Iñigo con ganas de dar un puñetazo a alguien.
- Aaaaaaaa, se siente. La ley es la ley.
- ¡Apartad!- dijo Sashka de St Andrews, que no tenía paciencia ni diplomacia-. A éstos les enculo un futbolín a la de ya y a ver si luego están tan chulos...
Pero antes de que pudiera moverse ninguno de ellos, un proyectil de Botox impactó contra los elfos en toda la geta. Sus rostros se transformaron inmediatamente en algo horrible.
- ¡Sus jodéis, elfos gilipollaaaaaaaaaaaaaaas!- gritaron los cuatro, que ya estaban a media milla de allí de lo que gambaron.
- ¡Esperadnooooooooooooooooooooooos!- dijeron los dos elfos, dándose patadas en el culo de lo que corrían.

1 comentario:

  1. La bandera de Japón...JAJAJJAJAJA. Y yo que pensaba ponerme hoy a trabajar. En serio que apenas me acordaba de nada.

    Que divertido. Con un poco de suerte añadimos nuestro cuento a Mundodisco.

    Gracias Sash.

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