lunes, 28 de febrero de 2011

Capítulo 1 parte 5

5

Mientras, Wherter y demás llegaron al final del túnel, allí se abrió delante de sus ojos una gran cueva con un bonito lago subterráneo y una gran cascada, iluminada por pequeñas ninfas; Tiganilla se emocionó un montón y no dudó en establecer contacto con ellas.
-¿¿ME ENTENDÉIS
?? -gritaba Tiganilla, como si el hablar alto asegurara el que entendieran su idioma.-DIGO QUE SI ME ENTENDEIS, VOUS ME COMPRENDUNS A MUA ?? -Insistía sin obtener respuesta alguna de las ninfas.
De repente, por la gran cascada aparecieron, como quien no quiere la cosa, Sashka y compañía, volando por ella hasta caer al lago.
Wherty corrió veloz a socorrerlos, ya que Iñigo y Sashka se hundían, pues él parecía hipnotizado por la belleza de sus ojos y no la soltaba; el mago no tuvo de bucear mucho:Sashka de St. Andrews se encargó de que Iñigo volara a la superficie del lago de un mamporro.
Saltrambas se engordó cuatro kilos con toda el agua que había tragado, y el dios llegó nadando estilo perro.
Werthy salió del lago y se acercó al meditabundo Íñigo para decirle a la oreja:
-¡¡¡Iñigo, compañero!!! ¡Juro por Lynkx que intenté convencer a la tropa para bajar al agujero a ayudarte, pero no me dejaron,snif,snif..!.¡Qué alegría más immensa volver a verte...! –le decía el mago mientras le abrazaba metiéndole la larga manga en la boca.
-Sfí, Sfí, perof nof seaf tan enfalagozo. ¿Ande'stá Chaski? -consiguió decir entre suspiros, pues algo muy profundo le salía del corazón.

Mientras tanto, Sashka salió a nado de las aguas cristalinas del lago, cruzándose en su camino con Céfiro que se había lanzado como loca al líquido elemento.
-¡Céfiro, mi vida, ven junto a mí!- gritó entre sollozos Lynkx.
-Sí, sí, cariño, pero espera que me pegue primero un bañito, que tengo barro hasta en el chi....chicle que llevo masticando hace un rato- contestó una feliz Céfiro.
Tigana seguía intentando hablar con las ninfas.
-Do you espeake alcaleño
, my name is Tiganilla de los Bosques…
- Déjalo ya, Tig - le dijo Mablung-, ¿no ves que son de yeso?
-Hola, muy buenas, me llamo Saltrambas -dijo un ser indefinido que se agarraba a Iñigo como una garrapata-, si encontráis unos lingotillos de oro se m'han caío a mí, que tengo un gujerillo en el pantalón.
-Hola, me llamo Beidomon, pero me puedes llamar Beidomon tranquilamente.
-¡Callarsus todos! -gritó Shaska al escuchar un estruendo -. Creo que nos ha seguido hasta aquí...

De repente de la cascada saltó un espécimen medio demonio medio elfo, y con una espectacular piruleta se posó encima del agua.
-¡¡¡Mi nombre es Kognar!!! –Bramó-. En el principio de los tiempos en el universo se creó la materia...
-¿Qué te pasa, Íñigo
, te encuentras bien? -Wherty zarandeó a su compañero, que se había quedado de piedra ante la presencia de Kognar.
-Tiene... Tiene sei dedos en su mano-pezuña....
Iñigo parecía perturbado frente al demonio de los seis dedos.
- ¿QUÉ TE PASA, IÑI
?? ¡¡VUERVE, JODÍO!!- decía Saltrambas apartándose poco a poco del lugar.
-HUMMM… tu cara me es familiar -comentó Kognar mirando al montaraz con un ojo entrecerrado.
Iñigo no tenía palabras para contestar y, con el ceño arrugado, no dejaba de mirar a los ojos de Kognar.
Poco a poco, el montaraz fue acercando la mano a su boca y, cuando llegó a ésta,  desenrroscó de la mandíbula superior derecha un diente de oro macizo.
- Toma, Sashka, si me pasa argo lo fundes y te hases una pelota par futbolín -dijo Iñigo todo tenso y ya casi sin dientes.- ¡¿SABES QUIEN SOY?! – gritó al demonio.
- Huuuummmm, no serás tú el RICHAR, ER DE LA FROGONETA, que me robó los malocotones- dijo kognar.
- ¡¡NO HOMBRE DE DIOS , NO HOMBRE DE DIOS!! -repetía una y otra vez, cabreado, el montaraz; parecía el Fari en su mejor época.- ¡¡MI NOMBRE ES IÑIGO MONTOYUS!! ¡¡Y TÚ MATASTE A MI PADRE !!
-¡Asesinuuuuuu, asesinuuuuuu! -se oía de fondo decir a toda la tropa, amagados tras la túnica de Wherter.
En ese momento, Kognar fijó su mirada en el mago.
- ¿¿PA QUÉ MIRAS A WHERTER, HOMBRE DE DIOS
??- gritó Iñigo mirando también al gran mago.

... Y, ¿qué es lo que se veía?, os preguntaréis; pues se veían muchas cabezas asomándose tímidamente detrás de una túnica a lo Demis Ruso de Wherter, y como todos estiraban de ésta, nuestro mago dejó a la vista unos calzoncillos tipo “esliprrrr” de color naranja butanero que no veas.
- Tápate, hombre de Dios - le dijo Iñigo antes de desenvainar la espada y correr hacia Kognar. -¡¡¡Geronimoooooooooooo!!! –gritaba con la espada en alto.
- ¡¡¡NO SIENTO LAS PIENNNAS!!! -decía Kognar con la pezuña atascada en una roca.
Enardecido por la adrenalina, Iñigo le dio un “bocao” en todo el cuerno, que ahí le dolió, pues se quedó sin dientes.  El demonio se revolvía, dándole mamporros y tirándole del bigote.
- ¡¡ANIMOOOOO, IÑIGO!! – Gritó Wherty lanzando la túnica al aire… Uuuuuffff, Dios mío, entre el slip ajustado y el tatuaje de “ailouvio los Pecos”, dejó muy mal al gremio de los magos.
Bueno, la túnica volaba por los aires, Sashka y compañía con la boca abierta contemplando su vuelo, y ésta que fue a caer encima del demonio maloso, cubriéndolo todo.
- ¡¡A MIIIIIIIIII COMPAÑEROSSSSSSSSSSS!! -gritó Iñigo.
PLLLLOOOOFFFFFFF, y todos saltaron sobre el maloso, dándole más palos que palillos tiene el restaurante chino del Andrés.
En eso que Kognar dejó de moverse, y todos cesaron de bailar el aserejé encima suyo.
- ¿Lo hemos matao, compañeros
? -dijo Saltrambas.
- Hemos de salir de este antro, fuera nos espera Arthan, el niño que debemos llevar de vuelta a su mundo -se alzó Wherter sobre una roca, exhibiendo su cuerpo de Dios del Olimpo ante todos. Las chicas empezaron a cuchichear entre ellas ante el tamaño del bulto del slip naranja-. Pero, ¿qué diablos estáis mirando? -dijo Wherty con un color tan rojo en su cara que quemaba el ambiente-. A ver si ahora resultará que soy el único que se guarda cosas en estos sitios… -y metiendo la mano dentro del slip empezó a sacar: una manzana, un cucharón, un cocodrilo, una crema hidratante a base de kiwi del Nilo Azul y una cuerda de 50 metros...
-¡¡Qué bien!! -dijo Sashka-, con eso podremos salir de aquí. Ahí arriba hay un agujero que seguro lleva a la superficie…
- Nof creo quel cucudrulo nof ayude a falir -repuso Íñigo.
-¡¡El cocodrilo no, idiota!! ¿Cómo vamos a escalar con un cocodrilo? -intervino Mablung-. Sashka se refiere a la crema hidratante, que con suerte será muy pegajosa y podremos subir por las paredes cual spiderman.
-Mamá, dime que estoy soñando… -se dijo para sí la de St Andrews-. Beidomon, coje la cuerda, dobla el cucharón, átalo y lánzalo hasta el agujero de allí arriba -ordenó la hermosa guerrera.
-Sí, hombre, y qué más... Después de haber salido de donde ha salido… -respondió Bei.
- Ya lo haré yo -se decidió Wherter-. ¡¡¡Iñigo!!! No le des porquerías al cocodrilo que tiene el colesterol alto.
-¡¡¡Focorro!!! -chilló Montoyus, mientras intentaba sacar la pierna de la boca del bicho verde.
- Yo te ayudo, Wherter -dijo Tigana con una sonrisa de oreja a oreja y abriendo la boca de par en par.
- Muchas gracias -y agarró el pircing de la lengua de la elfa para arrancarlo de un tirón brusco y sangriento-. Ya está, con esto quedará la cuerda clavada allá arriba.
-¡¡¡¡¡¡Beftiaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!! Te vaf a enterad cuando fe lo diga a mi papi... -berreó Tigana, que ahora tenía una lengua a lo reptil que acojonaba.
Wherty tiró la cuerda y ésta agarró a la primera dentro del agujero.
-Vamos a subir, yo el primero, que me lo he currado más.
Y fueron subiendo todos. Al llegar arriba se dieron cuenta de que faltaban Céfiro y Lynkx, y al mirar abajo vieron a Kognar en pie con los dos muchachos entre sus garras.
-¡¡Venid a por ellos, cobardes!! -gritaba en medio de un discurso digno de Fidel Castro.
-Anda, vámonos, que como bajemos nos hace pedazos -dijo Sashka asumiendo la pérdida-.  Por cierto, Iñigo, no encuentro el diente de oro, ¿se me habrá caido?-Y por allí pasaba Saltrambas silbando una cancioncilla... -¡¡Oh, nooooo, Iñigo, lo que me regalaste!! ¡¡Mi cagu´n macgregoris!! -exclama Sash como loca, buscando por todos los pliegues y recovecos de su armadura.
-…Vaya, se ve que le importaba, ¡qué bien! He llegado hasta su tierno coransonsito... –murmuró el montaraz sonriendo picaronamente.
-¡¡Jo, ya no puedo vender el diente para comprarme el último futbolín que me quedaba para completar la colección!!

Mientras tanto, el cocodrilo perseguía a Kognar, que a su vez llevaba en volandas a Cef y Lynkx por encima del agua.
-¡Ay, ayyyyyyyy! ¡¡¡Corre más, condenado engendro!!! -chillaba la dama de los bosques.
-¡M´ha mordío el quezo! -se quejó Lynkx.
-Claro, porque lo tienes muy grande -rio Cef.
-Güeno, no paza na, como me lo va a curar tú...¡¡wahahhahhaaaaaaaa!!
-Si me consigues una pinza pa la nariz, sí.

El resto de la compañía, de nuevo persuadidos por sus potentes conciencias (el angelito ñoño ese que les salía de la cabeza cuando intentaban obrar mal), acabaron bajando de nuevo por la cuerda para acudir al rescate de la pareja.
-¡Wherty! ¿Todavía tienes la manzana? -pregunto Bei a toda voz.
-¡Siiiii!-respondió éste desde lo alto de la cascada.
-¡Échamela!
El mago se la lanzó pero muy mal, por lo que Beidomon, al intentar atraparla, se cayó al agua y tiró a su vez a la Tiganilla. Cuando emergió a la superficie, la manzana impactó en su cabezota y, tras poner los ojos en blanco, se quedó inconsciente. La roja fruta flotaba junto a la elfa.
-¡Pod Lynkx! -se dolía Tigana-. ¿Ahoda qué hago do? Me duele muso da dengua... ¡Buaaaa!…
-¡Tiiiiiiiiiiiiig! ¡¡¡Espabila!!!! -tronó la de Sant Andrews-. ¡Tírale la manzana al cocodrilo, que va a por vosotrooooooos!
-Manzana manzana manzana.... -buscaba desesperadamente la linda elfita-. Manzana, man... ¡aquí! ¡Toma esa, cocodrilo!
El reptil abrió las fauces y se la tragó, pero puso caras raras.
-¡¡Oyyy, Señó, se me orvidó que no eran vegetarianos eztos bichos!! – fingió arrepentirse Sashka mirando a Mablung, con aquel acento andaluz de Santa Coloma que se le ponía cuando mentía.
El cocodrilo se puso de todos los colores, y cuando le tocó al color amarillo dorado y transparente se le pusieron los ojos en blanco y los mofletes como la Heidi, expulsando desde sus entrañas de todo... vamos, que allí salió hasta el carro del Manolo Escobar.
Iñigo y Wherter observaban agazapados desde lo alto de la cascada como dos gárgolas amenazantes. Kognar se estaba poniendo en pie, y el mago empezó a mover los brazos y a murmurar extrañas letanías.
-¡¡¡¡No puedo permitirlo, Wherter!!!! Debo ser yo y solo yo er que mate al demonio de los sei dedos -dijo el montaraz.
- ¡¡¡Ese es mi Iñiiiiigooooo!!! -aplaudió Wherter.
Iñigo se puso en pie, su sombra se proyectaba por toda la galería y una brisa fría hizo acto de presencia.
-¿Tiene argo pa no despeinasme, Wherty?
Y Wherter volvió a introducir la mano en sus gayumbos.
-Toma, Iñigo, este gorrico es la réplica del de las nenas de la natasión sincronisada de las olimpiadas.
Iñigo no lo dudó un segundo y se colocó el gorrico, pero con las orejas por fuera.
- Iñigo, las orejas van metías por dentro -dijo Wherter Young.
- Joer, compañero, es que esto ta mu alto y si tuviera que planear, pos me ayudará, digo yo... -le replicó el montaraz.
SSSSSSSSIIIIIIIIUUUUUUUUUSSSSSS, la brisa estaba siendo cortada por el cuerpo de Iñigo, que se lanzó de lo menos 50 metros. El contacto con el agua fue muy duro, pero él se sobrepuso.
-¡NO HAY DOLOOORRR! -se decía para sí mismo. Se fijó en Tiganilla, que estaba moribunda en el agua y con la lengua bífida para el lado-. ¡Hija mía, por Dios, ¿qué ta pasaoooooo?! –dijo cogiéndola con un brazo y acercándola a la orilla. “Joer, cómo está la niña”, pensaba para sí mismo mientras le hacía el boca a boca.
La elfa pronto empezó a toser, a sacar agua y a darle de hostias al montaraz, que insitía en seguir con la reanimación. Entonces, al ser rechazado por Tigana, Iñigo se centró de nuevo en Kognar, que blandía de nuevo a Lynkx y a Céfiro, cada uno de una pierna.
- ¡¡¡VEN PACÁ, DEMONIO DE LOS SEIS DEOOOOS!!! ¡Deja a esos muchachos, que son inocentes, y lucha conmigo!
Kognar los lanzó a los dos, cayendo estos  encima de Saltrambas.
-Joer, ya he chafado un furullo -dijo Céfiro levantando la pierna.
-Collons, Cefi, ta salío una mano en er zapato -dijo Linkx.
- Quita, nena, toma este palo y límpiate el pinrel –le ofreció Sashka.
- ¡Ostia, Saltrambas, ¿podrás perdonarmeeeeee?! –exclamó la princesa de las praderas al percatarse de su error.
Mientras, Kognar caminaba acelerando el paso hacia Iñigo, agachando la testa con los cuernos por delante.
- ¡Muévete, Iñiiiiii! -gritó Wherty.
El montaraz estaba como el Jesulín de Ubrique, mirando a la bestia... no tenia nada, ni espada , ni camisa , ni dientes, nada de nada, eso sí... TENÍA SU ORGULLO...
- ¡TE VAS A ENTERÁ, KOGNAR! - chilló Iñigo  cogiendo un pedrusco del suelo-ñññññññññññÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑFFFFFFF – gruñó al lanzar la piedra, que voló directa a la cabeza del demonio, acertándole justo entre los dos cuernos... y Kognar se desparramó en el suelo muerto, MUERTO ¿EHHH?, que lo sepáis todos.

Capítulo 1 parte 4

4

-¡Seguidme todos!- bramó Íñigo con las venas del
cuello cual culebras-. Me sé de un camino secreto que pasa por debajo de la montaña, por el que no
tendremos que atravesar pol medio desos lunáticos.
- Está bien, Iñigo, te seguimos -Mablung miró a los

ojos del bigotudo personaje y depositó en él toda su confianza.
Empezaron a caminar siguiendo al apuesto montaraz. Y caminaron, caminaron, caminaron...
- ¿Estás seguro que no te has equivocado?- preguntó Tiganilla de los Bosques.
- Por supuesto que no, y si no me crees, mira- señaló

un cartel-. Allí hay una señalización. ¿Qué pone, Céfiro?
- A Bilbao 5 kilómetros… ¡¡¡Lo matooooooooooooooooooo!!!!- chilló Céfiro desesperada. Se plantaron todos delante de Iñigo y cuando ya le iban a arrear, Beidomon les convenció de que esa no era solución
- Vamos a ver, familia, todos unidos hacemos un gran equipo. Confiemos de nuevo en Iñigo.
Todos miraron a Beidomon y vieron en él al líder que necesitaban.
- Lynkx y Shaska nos necesitan.
De repente una niebla gris apareció, y cuando se disipó, ante ellos estaba la entrada de una cueva.
- ¡Jajajajaj, lo he conseguido!- masculló Wherter Young.- ¡He hecho aparecer la cueva ante nosotros!... pero que oscura que está.
- No os preocupéis, haré una antorcha con mi camisa- se alzó Iñigo.
- Hace por lo menos cinco páginas que te hiciste una antorcha, y desde entonces no tienes camisa. ¡¡Si es

que andamos algo despistados!!-le recordó Wherter.
- Bueno, dejadme a mí primera- sugirió Tiganilla-, que llevo una linterna de boy-scout en el bolsillo.
Y todos juntos se adentraron en la cueva....

Mientras tanto, en lo alto de una torre del castillo de la ciudad, descansaba la bella Sashka de St. Andrews del jet lag, o sea, de de tanto revoloteo.
En eso que la dragona Erys se fijo en un collar muy grande que llevaba.
- Huummm, este futbolín que lleva en el medallón es como el que me ha salido a mí en la panza- dijo Erys.
Y con curiosidad de dragona, lo cogió; entonces el medallón se abrió y en su interior pudo ver un retrato con una inscripción que decía: ¨ Tú sí que sabe jugar ar futbolín…¨
Bueno, volvamos a la cueva.
Tiganilla en cabeza con el foco a todo trapo, enfocando para todos lados menos para delante y Wherter Young en su salsa, como si buscara algo en el suelo…
- ¡¡¡YA LO TENGO!!!-Gritó con el culo en pompa y su gorrillo de cucurucho en el suelo-. Este es grande- decía.
- ¿Que es grande er qué?- chafardeó
Iñigo con acento andaluz de Santa Coloma.
- ¡El murcielagoooo! -dijo Wherty- , traedme algo pa guardarlo.
Tiganilla no pudo más y le arreó una patada en las posaderas que estuvo tirándose cuescos entrecortados dos días.
-¡MIRA QUE SOIS, JOER! Dejad al bichico tranquilo - dijo la Tiganilla, siempre defensora de los animalejos.
Iñigo se escojonaba cuando, de repente, se encendió una luz al fondo del túnel.
-¡¡SIGAMOSLO!! -exclamaron Beidomon y Céfiro corriendo hacia la luz; Tiganilla estaba contemplando la liberación del rapaz subterráneo, e Iñigo y Wherty se arrastranban como podían, pues Iñigo estaba quedándose helado sin la camisa.
-¡¡AGUANTA IÑIGO, TU PUEDES!! –decía Wherty, pero Iñigo estaba entrando en un coma etílico que no veas… (perdón, era un principio de lipotimia).

Mientras, la dragona estaba distraída con el collar, mirando embelesada la foto del atractivo brujo, y Sashka de St Andrews aprovechó la distracción y se acercó sigilosamente a Lynkx- a quien la dragona había depositado en la torre ya que, al parecer, no tenía hambre- y le dió un codazo.
- ¡Tío, tenemos que escapar!
- ¡Pos ya me dirás cómo, esto ta mu alto!
-Nch... ¡Ojalá estuviera Íñigo aquí, él con una cuerdecilla de nada ya hubiera organizado la evasión! En cambio va y me toca el inútil de dios éste que no sirve para nada...Ahora entiendo que seas un dios con minúscula…
-¿Inútil yo? ¡Ya te ví a enseñá lo inútil que soy, y aluego me besarás los pies!
Dicho esto, se puso en pie y señaló a Erys con un dedo.
-¡¡¡Tú, bisho, ya estás dejándono de vuelta a donde nos has cogío!!!- dijo todo aparente.
Y la dragona le largó un manotazo con aire aburrido que seguro lo llevó de vuelta al bosque, porque voló en una amplia parábola y se perdió en la lejanía con un grito entre rabioso y sorprendido.
-¿Tú también quieres irte?- dijo Erys mirando con el ceño fruncido a Sashka de St Andrew.
- ¡No, qué va, si aquí se está de puta madre!¡Menudas vistas!
-Pues anda, haz algo útil y ráscame con la espada detrás de las orejas. Debo tener algún piojillo...
-¿Los dragones tenéis piojos?
- Pos claaaaaaaaaaro.
A Sashka de St Andrew se le pusieron los pelos de punta al pensar cómo sería un piojo de dragón. Y cuando lo vió, se fue de patas para abajo. El bichejo parecía un critter, el hijoputa: redondo, con más dientes que Ana Belén y con la piñata puntiaguda, que le mostró como si anunciara un dentífrico. "¡Una mierda me acerco yo a eso!", pensó.
-Pensándolo bien, mejor me envías también a revolotear por ahí- dijo ella con la carne de gallina.
-¡¡¡Pos hala, sayunara beibi!!! -dijo Erys soltando la garra. Mientras Sashka de St Andrew volaba en pos de Lynkx, la dragona añadió- ¡Pero el afoto me lo quedo yo!

Mientras tanto, en la gruta, todos seguían a la lucecilla; Tiganilla toda contenta, pues había colaborado en la liberación de un mamífero subterráneo.
-NO PUEDORRRR...No puedorRRRRR... -repetía una y otra vez Iñigo.
- ¡No nos dejes, Iñigo! -decía Wherty con lágrimas en los ojos y dos globos verdes asomándole por la nariz.
Todos empezaron a animar al apuesto Iñigo.
- Joer, musho animarme pero naide me deja una camiseta, ¡QUE JODÍOS! -pensaba Iñigo.
En eso que la linterna de Tiganilla dejo de funcionar.
- ¡¡VEO UN TUNEL DE COLORESSSS!! -exclamó Iñigo.
- ¿Qué más ves?
-dijo wherty
- ¡ARRGGG! En er fondo estan ellas…
-¿Quiénes? -preguntó Céfiro.
- JOER... TIENEN UN TRAJE AJUSTAO DE COLOR PLASTICO TRASPARENTE…- repetía Iñigo-… y me disen “ven pacá”.
- ¡¡NO VAYAS, IÑI, NO VAYAS! -gritaban todos como una sola voz.
En estas que Iñigo, moviendo su melena y con paso decidido, mirando al frente (Tiganilla se quedó sin pilas, oséase, no se veía nada) empezó a caminar hacia adelante. Pluuuuuooooofffffff ...Iñigo se precipitó en un gran agujero negro que se cruzó en su camino.
- JOERRRRRRRR... ¡¡TOY MUERTO!! Cullons -se dijo para sí mismo con el acento andaluz de Santa Coloma.
- ¡Vaya por Lynkx!  Se ha matao, el condenao -expuso con lógica Wherter-, pues nada, a seguir, que hay que tirar palante.
- ¡¡Qué poco corazón tienes, Wherty!!-dijo Mablung  decepcionado-. Ni siquiera hemos mirado si al caer ha atrapado algún animalillo debajo.
- ¡No digas eso, Mablung, que bajo ahora mismo a comprobarlo! -soltó Tiganilla toda excitada.
-Eso, eso, baja y de paso súbete sus botas, que creo que son de mi número -dijo Beidomon.
- Dejaros de historias, que hay que continuar: la vida de Sashka y Lynkx está en juego, no quiero ser yo partícipe de esta carnisería.... ¡¡¡Ahujikol, gretystencium que es faci el llum!!! -De repente, de los brazos de Wherter aparecieron dos fuegos que hicieron de la oscuridad un bello recuerdo-. ¡¡¡Joder, qui mi quemo!!!
- ¡Vamos, corred; antes de que se incinere el jodido mago hay que salir de aquí! -chilló Céfiro con decisión, saltando por encima del pozo y dirigiéndose a lo que parecía el final del túnel.

Iñigo Montoyus se sorprendió al notar que, en vez del duro suelo, caía sobre algo más o menos blandito.
- ¡Auch!- oyó con sus orejas.
- Huy, huy, ¡qué caída más tonta!- dijo Íñigo levantándose-. ¡Pero si aquí nunca hubo un pozo!
- Ya -dijo otra voz-. Ej que estaba cavando pa buscar un tesoro y se m´ha ido la mano... Por cierto, me llamo Saltrambas, encantao.
- ¡Pero serás furrooooooooooooo!!- bramó el montaraz-. ¡A quién se le ocurre, sin señalizar ni ná!
- Ej que no pensaba que estuviera tan jondo...
-¿Y lo has encontrado?
- Aún no...
-Nch... Perra suerte la mía, que no doy má que con subnormale... Bueno, habrá que escalar. ¿Tiene una guita o algo?
-No, sólo tengo una pala...
-¡Pos no te digo yo ande te puedes meté la pala, furro ma quee furroooooooooooo! Hala, aquí te quedas, que yo me voy parriba!
Y empezó a escalar por las paredes del pozo con determinación y agilidad.
- Coñio, cómo me cuesta... ¿Mabré engordado últimamente?-se quejó extrañado, pues de pronto el ascenso se le hizo más trabajoso.
Pero, de repente, una idea le vino a la cabeza. Con cuidado, soltó una mano de la pared y se palpó los pantalones.
-¡La madre que lo parió, si llevo un polisón! ¡Quita de ahí, cacho perro, que me va a haser caé!!!
- Y una mielda me suelto, que llevo aquí una semana...
Y así, mientras blasfemaba como un carretero, Iñigo no tuvo más remedio que tirar de sus fuertes brazos para salir del pozo cargando con el manta ése.

Mientras tanto, Sashka de St Andrews tomó tierra junto al lago. Vaya, más que tomar tierra se dió un atracón. Con horror, notó que en la caída se había quebrado algo.
- Huy, huy, qué daño, me he roto una uñaaaaaaaaaaaaaaa!
Lynkx se acercó a ella, aún sacudiéndose de las ropas el polvo fruto del aterrizaje.
-Jo, qué precisión tiene la dragona ésa... ¡más menos un metro, como un GPS! Huy, Sashka, tienes mal aspecto: ¡¡ta quedao el pelo como un manga!!
- Pues anda que tú... ¡Anda y métete ese ojo en la cuenca, joder!
- Hemo de alcansar a los demás - dijo Lynkx mientras empujaba el ojo para dentro-. Por aquí veo unas huellas.
- Mira que eres negado... ¡esas huellas son de jabalí!
-¡Que no, que son claramente huellas humanas! De elfo, como mucho...
- Pos mira, el dios casi da en el clavo...- dijo una voz entre el follaje.
Una figura surgió de la espesura y se plantó ante ellos.
- Jodeeeeeeeeeeeer, esto cada vez va a peor...- se quejó Sashka de St Andrews al ver al extraño ser- . ¿Le conoces?
- Si...- dijo Lynkx con cara de fastidio-. ¡¡¡Es mi peor enemigo, el demonio Kognar!!!
- Pues si, menos por las pezuñas, parece un elfo...
- Es que es un híbrido raro...
Y, ademá, muy dado a filosofar con verborreas insoportables que harían poné verde de envidia al mismísimo Fidel Castro.

- Soy el gran Kognar, Señor del Fuego Más Rojo del Infierno, dueño de las Simas Más Ardientes, Castigador de Almas Impuras...
Mientras el demonio iba enumerando títulos, Lynkx acercó su boca a la oreja de Sashka de St Andrews.
- To eso quiere decí que en el infierno es un mojón... uséase, el último mono…
- Y Encargado Mayor de Sacar la Basura- concluyó Kognar-. Porque ése es un deber digno, pues...
-¡Corre, antes de que empiece a filosofar!
-¡Así os rompáis una pierna!- dijo Kognar.
- ¡Y tú que lo veas con los ojos en un plato!- contestó Sashka de St Andrews arremangándose los pantalones de la armadura para gambar más deprisa.

Sashka de St Andrews y Lynkx corrian como unos posesos, perseguidos por Kognar, el cual -cosa curiosa- corría haciéndose preguntas y dándose él mismo las respuestas. En una de sus preguntas se cuestionó:
-¿A qué güelen las nubes
? -y esta le costó de responder.
En esas que apartó unos segundos la vista de la bella Sashka y de Lynkx para así mirar unas nubes que estaban en el horizonte, momento en que ellos se precipitaron por un agujero que encontraron en el suelo en su afán por escapar del raro demonio. De inmediato empezaron a descender a toda velocidad por el agujero en plan tobogán, y de repente impactaron con algo.
- Joer, qué blandita está esta pared… -dijo Iñigo con seis dientes menos y la cabeza rodeada de pajarillos y también estrellitas, que iluminaron el momento.
No se sabe cómo, el túnel por donde Lynkx y Sashka descendían se cruzó con el ascenso de Iñigo y Saltrambas. Ni que decir tiene que les arrastraron con ellos.
La imagen era dantesca: seguían bajando por el agujero todos apiñados, Iñigo cara a cara con Sashka sin dejar de mirar sus ojazos (parecía hechizado el jodío), Saltrambas sacando la cabeza por el bolsillo del pantalón de Iñigo y con cara de velocidad y Lynkx cogido de la bota de Sashka de st Andrews.

jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 1 parte 3

- ¡Esperad, no corráis! - dijo Wherter Young. - Ya lo entiendo, es el dragón de la profecía.
- ¡Pero, ¿qué leches de profecía?! - increpó Sashka-. Este mago idiota ha perdido la cabeza… Le debe haber entrado demasiado botox en el cerebro.
- ¿No lo entendéis? Es el dragón que traerá el equilibrio a la fuerza. Él devolverá la magia al mundo, y yo, Wherter Young, seré su mano derecha.
- Mira mago, por mí como si eres su ojo trasero. Ese maldito dragón va a acabar con nosotros, así que deja de decir payasadas. Y, ¿dónde se han metido esos condenados elfos?
- ¡Sasshhhhhh!- gritó Céfito parándose en seco ante lo que temieron era el final del flamante cuarteto.
Delante de ellos se encontraba lo que parecía una telaraña gigante.
- Pero, ¿que cojones es eso? -pregunto Sashka al mago Wherter.
- Es el nexo. Esa barrera mantiene la magia fuera del mundo humano. Si el dragón la cruza, el equilibrio será restablecido y la magia volverá a fluir por el mundo.
- ¡Así que tenías todo esto planeado!- dedujo Céfiro-. Sabías que ese niño se convertiría en dragón y nos quemaría el culo. ¡El mundo recuperará el equilibrio y yo con estas pintas!
- ¡Ahí viennneeeee!- gritó Iñigo Montoyus sacando la espada y cuadrándose con un par de ganas delante del niño dragón.
- ¡Tira p´alante, montaraz estúpido!- le chilló Sashka agarrándole del brazo y arrastrándolo hacia el bosque, en la misma dirección por la que vinieran.
Tiganilla y Mablung, los elfos, iban colgados de los árboles, en plan tarzán con las lianas, pero... pasó algo:
-At...chús!!!!!!!!
Tiganilla de los Bosques estornudó porque estaba resfriada, la pobre, y buena parte del Botox de su cara fue a llover encima de un hombre que pasaba por debajo, que además la cogió en brazos protectoramente cuando ella se cayó en picado tras perder el equilibrio. Mablung saltó ágilmente junto a ellos.
-¿Puedo saber quién sois? -inquirió Tiganilla, bajando al suelo tras desprenderse de sus brazos.
- Me llamo Beidomon, encantado. A su servicio, hermosa dama tarzanesca.
El grupo formado por Sashka, Céfiro, Iñigo y Wherter, llegó hasta a ellos.
-Mierda, otra vez los elfitos… -soltó Montoyus.
Tiganilla tenía rostro de oveja-lobo (aun y así a Beidomon le había gustado, quién sabe...hay gustos como colores). Al mago le dio penilla y les realizó un conjuro a ella y a Mablung: a ella, por suerte, le devolvió el rostro a la normalidad, era una elfa guapísima; pero Mablung no tuvo tanta suerte y se le puso cara de Keralt el Brujo de Vivia, a lo que Sashka se le abalanzó encima y lo tumbó al suelo.
-¡¡Mi brujo!! -gritaba-. ¡Aunque esté comío de botox, sigue estando tan bueno como siempre!! ¡¡Muajajajajaaaaaaaaaa!!

A esto, se escuchó el sonido de los cascos de un caballo al galope. Céfiro se giró para ver al jinete y cuál no fue su sorpresa cuando descubrió a su protector, el gran dios Lynkx, que venía a rescatarla.
 -¡Nooooooooooooo! ¡Socorrooooo! -chillaba Mablung de los bosques, despavorido.
El mago se compadeció de él y le echó un segundo hechizo, certero por casualidad.
-¡¡¡Ostia!!! -exclamó Wherter Young todo feliz-. ¡¡¡Si al final voy a ser un buen mago y tó!!!
-Eso será la mierda de dragón, que trae buena suerte -le dijo Beidomon-. Por cierto, ¡¡apestais!!
Sashka se desilusionó al recobrar el elfo su aspecto habitual y liberó al protector de animales.
-Claro, si ya lo decía yo, guarros. Yo me piro para mi laguico con mi fiel caballero Lynkx -dijo Céfiro-. Vosotros encargaros de ver qué hacéis con la telaraña y el dragón.
- ¡Ah, no, de eso naidená!- dijo Sashka de St Andrews, cabreada ahora que su brujo se había volatilizado-. ¡¡¡¡De aquí no se va nadieeeeeeeee!!! ¡¡¡Wherter, ven pacá, que te ví a jinchar un ojo!!!
- A todo esto, ¿y el dragón? ¿No decíais que ya estaba aquí?- preguntó Beidomon.
- Aquí estoy- dijo una voz profunda, con personalidad-. Me preguntaba cuánto tardaríais en daros cuenta... ¡Sois lo más patético de todo el bosque! Por cierto, Faethen me ha dicho que esta flor no sirve, que está demasiado pocha con tanto sobeteo…
- ¡Hay que lleval-lo a donde la tela d´araña!- susurró Iñigo Montoyus-. No temáis, tengo un plan...
- ¡Qué valiente es y qué brasos más fuertes tiene este mashoteeeeeeeh!- dijo Sashka de St. Andrews, con ese acento andaluz de Santa Coloma que se le ponía cada vez que se ponía puesta.
Mientras todos observaban amedrentados y arrimadicos unos a otros, Iñigo el montaraz reculó hasta la tela de araña mientras frotaba tres de sus muñones-dedo. Al grupo le pareció oír su voz susurrando:
- Gaticoooo, bshbshsbhs, gaticoooooooo, veeeeeeen...
-¡¡¡¡Será subnormal!!!! ¿Éste era el plan que tenía??- bramó Céfiro, a quien todo aquello ya cansaba.
- Ea, si tieneh una idea mejol, adelante- le contestó Iñigo, a quien también se le ponía acento de Santa Coloma cuando estaba mosqueado.
- Yo sí la tengo- dijo Beidomon-. Cogemos a Iñigo y se lo tiramos al dragón; luego salimos corriendo...
- No funciona- le informó Wherter-. Ya lo hicimos con Ricky Martin y le duró menos que lo que se tarda en decir “plis”.
- Señores- dijo el dios Lynkx-, estamos en un serio aprieto...
-Pos vaya mierda de dios estás hecho- le pinchó Sashka de St. Andrews.
Mientras discutían, apareció algo inesperado: una linda dragona se posó en una gruesa rama, frente al niño-dragón.
- Hola, guapetónggggg- dijo la dragona-. Me llamo Erys... ¿estudias o trabajas?
- ¡Jodeeer, una dragona, socorroooo!- gritó despavorido Arthan, que por un momento había olvidado su condición de dragón.
- Ahora sí que no tenemos nada que hacer- Sashka, con unos lagrimones como puños, hincó la rodilla en el suelo mientras se ofrecía generosa ante los dos dragones.
- ¡Que valiente, mi Chaska!- chilló Iñigo.- ¡¡No os la comáis a ella, empezad conmigo, por favor!!
- Pero, ¿tú eres idiota o qué te pasa?, si me ofrezco primera es para sufrir menos- le soltó la de St. Andrews.
- Aquí no va a morir nadie, que para eso soy un Dios- se levantó enérgicamente Lynkx- . Mirad, dragones, os voy… ¡aaaaaaaaaargggg!
La dragona Erys alzó al susodicho Dios entre los dos colmillos, y se lo ofreció al asustado Arthan en señal de amor.
-¡¡Mi amor, nooooooooooooo!!!- gritó una desconsolada Céfiro-. ¿Cómo voy a pagar la hipoteca y la piscinica yo sola?- Entonces agarró un tronco del suelo y se abalanzó contra la dragona.
- ¡¡Quieta pará!!!- Mablung la detuvo justo a tiempo-. Si se te ocurre hacerle daño a la dragona, te vas a enteraaaaaaaaaaaaaaarahagagagagag- cientos de piedras le fueron lanzados por los restantes miembros del ya numerosísimo grupo, incluso Tiganilla le lanzaba los pedruscos más grandes.
- ¡Resiste, Lynkx, ya se me ocurrirá algo!- dijo un nervioso Beidomon, y pensó y pensó y pensó-. ¡Resiste Lynkx, ya se me ocurrirá algo!
- ¡Eso ya lo has dicho!- le chillaron todos al unísono.
- ¡¡¡Esperad!!!- Wherter estaba de un observador extraordinario-. En la maleza hay lo que parece... sí, es la pelotita de Arthan...

No muy lejos de allí se encontraba la ciudad de las estaciones eternas, llamada Faegalh: era una ciudad curiosa, rodeada por altas murallas y siempre acompañada por un imponente arco iris. En esta ciudad lo curioso es que al norte era invierno, al sur verano, al este primavera y al oeste otoño; y justo en el centro de la bonita ciudad se alzaba un magnifico castillo, de cuyo interior salían unos llantos…”¿Dónde está nuestra dragona Erys? ¡Por los Dioses, tiene que volver!”, repetían una y otra vez. Mientras, en el exterior de la ciudad se estaba librando una cruel batalla: las fuerzas oscuras deseaban apoderarse del FUTBOLIN MADE IN HONKONG, pieza muy preciada, pues con él en su poder serían los amos, si, si, los amos del mundo. Pero lo que no sabían era que Erys, la dragona del reino, se lo había zampado en su afán por protegerlo.

Bueno, volvamos con los nuestros…
Wherter cogió la pelota... y en un momento la alzó como si fuera un gran trofeo.
LA TENGO , LA TENGO! - gritaba como un poseso.
Todos se le quedaron mirando, y él se quedo como cortadillo; Arthan, sin mediar palabra, le cogió la pelota y se perdió por el espeso bosque.
-Y ahora, ¿qué?- gritaron todos.
En eso que a la dragona Erys le empezaron a entrar unos sudores que tela, y se le empezó a marcar un futbolín en la panza.
- Huuyyy, qué chungo…- dijo Wherter, haciendo gestos con las manos (parecía el Neng de Castefa).

Iñigo, Shaska, Tiganilla y Céfiro también comenzaron a mover los brazos, Beidomon y Mablung eran los únicos que resistieron el maldito contagio de Wherter y se liaron a darles galletas al quinteto; en ese momento la dragona Erys alzó el vuelo y sin querer enganchó el tanguita de Sashka con su cola, que asomaba según la moda por fuera del talle bajo de su armadura...

- ¡NOOOO, no me dejéis!- gritaba Sashka.
Todos enmudecieron...
- ¡NO PODEMOS ABANDONARLA!- dijo Iñigo-. Creo que sé dónde ha ido la dragona.

Wherter y los demás, disimuladamente, se dieron la vuelta; en eso que Arthan apareció y dijo:
- Iñigo, yo estoy contigo.
Entonces, al oír al niño-dragón, a los otros malajes les salió el ángel bueno ese tan chiquitito de la cabeza. La voz de la conciencia era tan fuerte, que incluso Arthan e Iñigo  la oían y se descojonaban de risa, de lo ñoña que era.

- ¡Yo voy! -dijo Wherter, dándose la vuelta...
Al momento se dieron la vuelta todos, con paso firme, sacando pecho y gritando todos en una misma voz:
- ¿Queee  semosssss?- les preguntó el mago en plan marcial.
- ¡La compañía de la Flor Rara!
Wherter, emocionado que estaba con esta escena, gritó:
- ¡Sashka, no temassss,  que vamos pa allá! ... - e iniciaron el camino hacia Faegalh.
Llegaron a una colina, desde donde se divisaban las murallas de la ciudad; Céfiro, al ver el percal que había con tanta batalla (uuufff… sangre y esas cosas tan malotas), le arreó un pellizco en todo el culo a Arthan que no veas de la impresión…
- ¡aaaaaaAAAAAAARRRRGGGGGGHHHHHHH!- gritó el nene, desinflándose y volviendo a ser un niño normal y corriente, y medio ejército de los malosos se giraron hacia la colina donde se encontraban nuestros amigos. Wherter, que en ese momento estaba tocando la guitarra española y el laúd cordobés, uno en cada mano (y sin darse importancia), del susto que se dio lanzó el laúd cordobés colina abajo, dándole en toda la cabeza al jefe de los malos.
- JOER, Wherty, ahora sí que las liao-  dijo Iñigo, desenvainando la espada y mirando desafiante al maloso.
En eso que Beidomon y Mablung lo cogieron por los bigotes
-¡...Quieto parao, bestia parda!- le dijeron.
El maloso, con la guitarra como un collar de la que sobresalía la cabeza, subió colina arriba con un amenazador espadón que parecía el pirulí madrileño.
-Mi nombre es General Canamero... ¿quién, me cagüen tó lo que se menea, ma arreao el guitarrasooooooo?
El tío imponía que no veas, parecía un armario ropero, y tenía una expresión de mala leche con la espada levantada que los aguerridos compañeros señalaron acobardados a Wherter, rápidos como resortes, los muy cabrones.
-Perros sarnosos...- masculló Wherter Young, al parecer un poco mosqueado.
-¡Tú! ¡Da un paso palante, que te ví a enseñá a tocá la guitarra!- dijo el general Canamero.
- No, si ya sabe...- dijo Arthan.
Mal hecho, este niño tenía la virtud de meterse donde no le llamaban.
-¿Me estás bacilando, niñatooooooooo?- dijo, agarrando al niño por la oreja y zarandeándole sin piedad. A todo esto, se quedó con la oreja en la mano-. ¡Coño, qué asssssco!
Y tiró la oreja al suelo. El niño empezó a llorar.
- No llores, pequeño- le dijo Iñigo con esa sutileza tan propia de él-. ¡Si tienes otra, tonto!
Pero el niño recayó al enfadarse, y de nuevo tuvo un brote psicótico-dragoniano y se transformó en dragón (como el Hulk pero en dragón).
Mientras el general Canamero flipaba, los demás ya estaban a tomar por culo de allí, pues tenían experiencia.
- ¡Te voy a comeeeeeeeeeeer!- bramó Arthan.
- ¿Tú me va a comé a mí?- para chulo, él-. Me va a comé pero las pelotillas de los pies con pan bimbooo!!!
Fue lo último que dijo. El ejército maloso se dispersó poco después de ver cómo el niño-dragón se merendaba a su general, y así acabó la guerra. Pero eso no llegaron a verlo los ojos de nuestros héroes.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Capítulo 1 parte 2

2

- Sí, la conosco de oídas, pues nunca la vi y meno tan de cerca -comentó Iñigo, y continuaron escondidos tras los arbustos.-  ¡Aaaahhh, y no se os ocurra haser ningún ruido, joer, que pa una vez que se ve algo tan bonico no la fastidiemos…!

La imagen era patética: el mago tapándole la boca al pequeño Arthan e Iñigo bizco perdido...
De repente, un estruendo rompió el silencio.
- Joer, Arthan…- dijo Iñigo.
Y el niño sonrojado (más bien amoratado), susurró:
-P e r d ó n... se me ha escapado...
Ante la evidencia de su presencia, no tuvieron más remedio que personificarse en la orilla del lago.
- Buenos días, hada de los bosques- dijo Wherter.
- Buenos días, princesa de las llanuras- sopló Iñigo.
- ¡Ayúdame, por favor! ¡Quiero vivir!- imploró Arthan.
La sorprendida Céfiro miró al trío con aire desganado y, sin ningún tipo de pudor,    salió del agua. En las bocas de los tres apareció una babilla que chorreaba.
- Vamos a ver, ¿es que no se puede dar una un baño sin que le toquen los huevos? Joder, cómo sois los hombres…- dijo la princesa de las llanuras mirando a Iñigo-. Con nada os alborotáis. Sé que buscáis una flor de una planta especial…
Arthan, al oír eso, se incorporó como pudo y gritó:
-¡Por favor, si tienes la floresica dámela, ssshhhniiff, que quiero volver a casa y estar de nuevo con los míos!-, y empezó a llorar, saliéndole un inmenso moco verde de la nariz.
La princesa, muy emocionada, abrazó contra su pecho al pequeño Arthan, y le dijo:
- Tranquilo, pequeñín, estás en buenas manos: yo os acompañaré en esta búsqueda.
Wherter e Iñigo se miraron entre ellos, en silencio y con unas sonrisas pícaras de esas que brillan.
- Sé donde está la flor- dijo Céfiro-... pero tenemos de estar todos nosotros muy unidos- la sonrisa de Wherter e Iñigo se acentuó aún más- . Wherter, necesitaremos tu magia -ahí le dio a Wherter Young-, e Iñigo, necesitaremos también de tu espada y experiencia… yo pondré la inteligencia.
El pequeño Arthan se limpió la saliva con la manga y, tras carraspear, se dio la vuelta educadamente. Los otros dos no lo imitaron.
Céfiro los ignoró a los tres mientras se vestía con una túnica de seda. Entonces, Wherter Young vio una curiosa flor de tres colores en el pelo de la joven y le dio un codazo al montaraz para que espabilara.
-¿Qué miráis tanto, señores?
-¡La flor! -exclamó Montoyus.
-¿Dónde? -Arthan se giró. “Por fin voy a acabar con esta terrible pesadilla”, pensaba contento.
La dama de los bosques se acarició el largo cabello y tocó la flor con sus dedos. Era blanca, morada y azul, preciosa.
-¿Ésta? -inquirió sorprendida-. Es mía.
Arthan casi enloqueció de felicidad al ver la flor de Céfiro: movió su cabeza en un giro (en plan cámara lenta) buscando la flor que descansaba en la bella melena; en ese momento, el moco verde que anteriormente había aflorado de su nariz salió disparado e impactó contra Wherter y éste, en un acto reflejo, dijo unas palabras muy raras con una voz que no parecía ni la suya: era como si los Pecos y Melendi hicieran un trío (fue horrible). La intención del mago era, seguramente, deshacerse de la mucosidad pegada a su túnica… Y así, como quien no quiere la cosa, empezó a llover torrencialmente cayendo el agua de un modo tal que el moco fue arrastrado y se perdió por el suelo. Céfiro les dijo:
- Vayamos a mi casa, allí os mostrare un pergamino que creo nos será útil. Pero antes, ¿podrías detener esta lluvia torrencial que has desatado, mago?
- Lo siento muchísimo, princesa de la pradera: no puedo interrumpir el programa de lavado.
-¿Programa de…lavado?
- Faltan aún el centrifugado y el secado…
Dicho esto, la manga de un huracán les capturó, estrujándoles como una chacha a una bayeta; después de interrumpirse de golpe y caer a plomo al suelo, se levantó un vendaval tal que los tres parecieron banderas, agarrados cada uno a un árbol para evitar ser arrastrados a los confines del mundo. De pronto, el viento cesó: cuando se levantaron tras el talegazo inevitable, los tres estaban limpios y secos, y la mucosidad era historia.
-¡¡¡At-chís!!!-estornudó el niño-. Creo que me he resfriado…
-¡Niño, usa un pañuelo, cohones!- Dijo el mago-. O una hoja, o algo… ¡Como me manches otra vez, repito el proceso de lavado aunque pilles una neumonía!
-¿Bueno, qué?- bramó Céfiro, encendida ante la posibilidad de repetir la experiencia-. ¿Vamos a mi casa, o qué?
-Vamos, vamos, muhé, hay que ver cómo te pone –murmuró el montaraz, intimidado por el carácter de la muchacha.

Tras recorrer un largo camino (los caminos en los cuentos, siempre son largos, ¿os habéis fijado?), arribaron a una casa muy bonita. Céfiro los hizo entrar y empezó a buscar en los armarios.
- Ay niña, ¿dónde lo habrás dejado?- se decía a sí misma.
- Perdonad, princesa de mis sueños- interrumpió Wherter-. Dejadme hacer un conjuro para que aparezca el pergamino sin necesidad de buscarlo.
- ¡Nnnnnnnoooooooooooooo!- gritaron los otros tres a la vez-, ni se te ocurra.
Arthan estornudó y le volvió a brotar la horrible mucosidad.
- Ten, niño, límpiate con esto- Iñigo le acercó un papelucho que estaba a su alcance.
Al rato y ya desesperada, Céfiro se puso a llorar.
- Niño, trae pacá un cacho d'eso que Céfiro lo necesita- y muy amablemente, Iñigo le acercó el papel para que se secara las lágrimas.
- Pero, ¿que es esto?- chilló Céfiro.- ¡Ahhhhg, es el pergamino...!
Lamentablemente, el pergamino quedó ilegible, pegajoso y lleno de burbujas mucolíticas a punto de reventar.
- ¿Qué había en el pergamino?- preguntó Wherter Young.
- Las instrucciones de brico-manía para hacer del árbol de la entrada, Faethen, un práctico y molón armario empotrado. Porque mi flor es la última y no pienso dáosla.
- Pos yo no soy muy mañoso con las sierras y eso- dijo Iñigo, levantando las manos llenas de muñones allí donde una vez hubieron dedos.
- Pues sí que se te da mal, si...- opinó Céfiro.
- Y entonces, ¿cómo mierda saldré de este puto bosque?- preguntó el niño, muy mosqueado.
- ¡Niño, que no digas tacos!- le espetó Iñigo dándole un mamporro en la piñata que lo dejó más mellado que un piano viejo.
- Joder, Iñigo, cómo te has pasado...- dijo Wherter Young, mirando con pena al niño.
- Bah, si se le movían tos, antes los cambiará, ¿verdá, chaval?
- Do- dijo el crío escupiendo dientes y con lo morros más hinchados que la Esther Cañadas-, ya dos había budado...
- Tú tranquilo, nene, me sé un conjuro que te hará crecer los dientes en un plis- saltó Wherter Young
- ¡¡¡Po favó, piedad!!!! ¿Dónde efta la pelotita? me quero ir a mi caza…- chilló desesperado Arthan.
- Acabemo con esto cuanto ante- zanjó Iñigo Montoyus-. Si no nos quiere dar la flor a buenas, tendrá que ser por las malas
Y sacó su larga espada mientras poco a poco se iba acercando a la sorprendida Céfiro.
- ¡Un momento!- gritó ella con desesperación-. Hagamos un trato. Vosotros me construís una piscina olímpica en el jardín y yo os entrego la flor- una sonrisa en la boca delataba su malicia.
- ¿Por qué íbamos a trabajar para conseguir la flor, si somos dos y medio contra una y te la podemos arrebatar?- Escupió Wherter Young.
En ese momento se abrió la puerta y apareció una caballera con una resplandeciente armadura, espada en mano y con un escudo que tenía como blasón un futbolín medio introducido en un culo, bajo el cual rezaba la leyenda: “Y en tu culo, un futbolín”.
- ¡Dos y medio contra dos, mago de mierda!- Soltó Sashka de St. Andrews.
- Do no juego…- dijo Arthan asustado.
- ¡Sashka, siempre a tiempo! -exclamó Céfiro-. Aunque me las estaba apañando muy bien... -añadió por lo bajo.
-Sí, ya lo veo. Pero como me he olido problemas....aquí me tienes a mí y a mi blasón- contestó la guerrera.
-¿Qué? ¿Cuándo empezamos, chicos? -apuntó Céfiro con una sonrisilla picarona, mientras cogía un cepillo de barrer, le quitaba el cepillo, lo tiraba por allí (le dio a Arthan sin querer) y se quedaba con el palo, en posición de ataque.
-¡Ay! ¡Do zoy de dos buenos! -se quejó Arthan, escondiéndose debajo de una mesa camilla.
Wherter Young e Iñigo Montoyus se apartaron y se juntaron mucho el uno al otro para cuchichear.
-Mira, yo cojo a la damiselilla de los vientos, y tú le quitas la flor ¿ok? -susurraba el montaraz.
-Te quedas con la mejor parte, cabrón...
-¿Y yo fé hago?- dijo Arthan.
- Tú entretén a la guerrera...
El niño miró desde debajo de la mesa camilla a Sashka de St. Andrews y a su espada resplandeciente. Luego se fijó en el blasón del escudo.
- Zí, hombre, y gué máz. Prdefiedo cavar da pizina...
-Será cobardica...- espetó el apuesto Iñigo- ¡Pues si esa tía es casi tan baja como tú!
- Que no, que duego siempde acabo yo lezionado.
-Bueno... no me dejas más remedio que enfrentarme yo mismo a ella...- resolvió el montaraz, fastidiado.
Entonces, Céfiro se quitó la flor de los cabellos y la introdujo protectoramente en su escote.
-¡La madre que me...! ¡¡Niño- le susuró al amedrentado Arthan, con los ojos saltando como las gambas- tú te vas a por la caballera como que me llamo Íñigo!!
- Está bien, está bien, yo iré a por la caballera- dijo Wherter Young- . Tú y el niño a por la flor… a la de tres. Una, dos…y ¡tres!
Iñigo sorteó a Céfiro y la agarró desde detrás. El niño se disponía a meter la mano en el escote cuando un bramido le detuvo.
-¡Ni se te ocurra, niño de los cohones!
Y, soltando unas babas viscosas y con una sonrisa lujuriosa y lasciva, metió la mano en el escote.
-¡¡¡Será cabrón!!! ¡Tú no buscas la flor!- dijo Céfiro retorciéndose con rabia- …y ¡deja de babearme, asqueroso!
“¡
Pero cómo me estoy poniendo!” pensó Iñigo, que tenía ya línea con Corea.
Sashka de St Andrews, al contemplar la escena, ardió de rabia. No le gustaban los sobones. Se deshizo de Wherter Young de una patada, quien fue a parar contra los otros tres, cayendo todos al suelo. Buena carambola.
-Estupenda posición… muy oportuna. Voy a dejar el culo de ese aprovechado como la bandera de Japón…
Acto seguido, en un movimiento apenas perceptible, sacó un futbolín. En otro rápido movimiento, se lo introdujo a alguien…
-¡¡Ay, ay!!!!-gritó Arthan.
-Coño, pero qué perra suerte tiene el niño éste….

Entonces fue cuando la pesadilla empezó realmente. El chavalín, con el futbolín en sus posaderas, comenzó a coger un colorcillo así como verde fluorescente; su cabeza empezó a girar sobre sí misma al estilo de la niña del exorcista, de su boca surgieron grandes colmillos (dos concretamente), y lo peor... empezó a sonar una musiquilla de fondo… ¡Aaaaaarrrrrgggg, eran los Pecos y el Melendi!
Wherter, inocentemente (no podía resistirlo), empezó a bailotear e Iñigo no tuvo más remedio que darle un cosco para hacerle ver la negra realidad. En eso que Céfiro y Sashka de St. Andrews, asustadas perdidas, fueron a refugiarse tras las espaldas de los valerosos amigos.
- Huy, qué brazotes más fuertes tienes, Iñigo- dijo Sashka de St. Andrews.
Wherter, entre tanto, no dejaba de hacer gestos raros con las manos; sus conjuros transformaban aún más al pequeño diablillo, tomando éste el aspecto de un terrible dragón. Céfiro le dio otra colleja a Wherter, gritándole:
-¡¡¡ TATE QUIETO, JODÍO!!!!!!!
En eso que el horrible dragón aprovechó para quitarle la flor a Céfiro y salir volando, destrozando lo que quedaba de techo.
Un silencio invadió el lugar, dejando de sonar la música... los cuatro se quedaron un ratillo mirándose, como cuatro lelos.
- ¿Jugamos al teto?- dijo Wherter Young, a lo cual le llovieron dos nuevas collejas-. No, si era por decir algo...
- Anda que si cuela...- susurró Iñigo-. Nunca ni un poco de suerte... nch...
Mientras se frotaba la dolorida nuca, Wherter escuchó un batir de alas.
- ¿Qué es ese ruido?
-¡Ostras, tú, el dragón vuelve con mi flor!- exclamó Céfiro.
-¡Cabrones de mierda!- tronó una voz desde los cielos.- ¡Me habéis roto y quemado la cocorota, atravesado el cuerpo con pinchos, tirado un cepillo a la cabeza, dejado sin dientes e incrustado un futbolín en el cero! ¡Os vais a enterar ahora! ¡¡¡Muahahahhahahh!!!
Y dicho esto comenzaron a llover plastas de dragón, apestosas y horribles plastas del tamaño de ruedas de camión.
Los cuatro despavoridos humanos corrían de aquí para allá esquivando los proyectiles que les salpicaban, chocando entre ellos, tapándose las narices. El dragón se lo pasaba de muerte, pero tenía mala puntería.
¡¡Choff!!!
- ¡Ay, joder, que casi me da, aparta, jodío magoooooo!- chillaba Sashka de St Andrews.
¡¡Choff, choff!!
- ¡Mierda, mierdaaaaaaaa!! ¡¡Aaaaaaaaaaaagh, qué asscooooooo!!!- decía Céfiro entre arcadas.
¡¡Choff, choff!!
- Si, mierda, eso es... Bueno, podría ser peor... - dijo Íñigo, que no había sido muy diestro esquivando e iba pringado de arriba a abajo.
- Pues alégrate de que no sea fuego, hijo, porque estarías carbonizado...- apuntó Wherter Young, sorteando los apestosos proyectiles tanto como a Íñigo.
¡¡Choff, choff, chooooooooooooooooooooooooooooofff!!!
La última andanada, casi líquida, los dejó a los cuatro empapados. Y a Iñigo incluso lo pilló con la boca abierta (no callaba ni debajo del agua).
-¡¡Hijoputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!- gritaron los cuatro al unísono.
-¿Ein? Eso, ¿me lo habéis dicho a miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii?- bramó el dragón, a quien al parecer le había sentado mal la observación.
- ¡Joer, Wherti, has algo!- dijo desesperado Íñigo-. Pero a ve si ésta vez asiertas.
- Pero mucho cuidadín, mago de pacotilla- le advirtió Shaska de St. Andrews con cara de loca-, o seré yo misma la que te corte los cataplines.
-¡Déjalo mujer, déjalo que se concentre, que el dragón se está lanzando en picado hacia nosotros!- Gritó Céfiro.
- Agashucins, apalandtiogf...un pasito palante maría, Grestifh numbelatus, ¡un pasito patrás!
El mago y su letanía consiguieron en el último momento que apareciera Ricky Martin delante del dragón. Mientras el dragoncete se entretenía con la chuchería, los cuatro cagados compañeros salieron corriendo en busca de la pelotita para calmar a Arthan.
- ¡Vaya mierda de conjuros los tuyos, mago! ¡¡Seguro que estudiaste en un curso por correspondencia!!- le espetó Sashka de St Andrews.
- Jo... ¿cómo lo has adivinado?- le preguntó sorprendido Wherter Young.
- Nada... no hay más que verte...
- ¡Corred y callad, coñiiiiiiio!- les increpó el apuesto Íñigo, que ahora, rebozado en mierda, no parecía tan apuesto. Bueno, no parecía nada apuesto, a decir verdad.
- ¿A dónde vais? ¡Es por aquí!- chilló Céfiro.
-¿Por ahí?- preguntó Íñigo-. ¡Por ahí se va al lago!
- ¡Pues eso, tengo que lavarmeeeeeeeeeee!- dijo ella.
De repente, algo viscoso impactó a su alrededor. Sashka de St Andrews se detuvo y tocó la materia viscosa que había quedado depositada en una hoja.
- ¡Botox! ¡El maldito Ricky Martin iba relleno de esta mierda...! ¡Corred, si no queréis pareceros a la Duquesa de Albaaaaaaaaaaaaaa!!!
- La duquesa de Alba... ¡qué horró!- murmuró Íñigo con un escalofrío-. ¡¡¡Céfiro, a la mierda el baño!!! Correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeed!!!!
- Pera, que me sé un conjuro que hará aparecer a la Obregón...
-¡Calla, locoooooooo! ¿Quieres darle ahora proyectiles de silicona al dragón??- se enfadó Céfiro.
En esto, dos elfos aparecieron entre la espesura blandiendo dos arcos cargados, cuyas flechas les apuntaban directamente.
- ¡Quietos!- dijo el elfo-. Mi nombre es Mablunq de los Bosques y estáis detenidos.
-¿Detenidos? ¡¡¡Pero nos persigue un dragón que nos quiere papear!!!- le explicó Wherter Young.
- Pues por eso- se inmiscuyó la elfa-. Yo soy Tiganilla de los Bosques. Somos de la protectora de animales, y estábais acosando a una especie protegida.
- ¿Nosotros acosando? ¡Si es al revés!- protestó Iñigo con ganas de dar un puñetazo a alguien.
- Aaaaaaaa, se siente. La ley es la ley.
- ¡Apartad!- dijo Sashka de St Andrews, que no tenía paciencia ni diplomacia-. A éstos les enculo un futbolín a la de ya y a ver si luego están tan chulos...
Pero antes de que pudiera moverse ninguno de ellos, un proyectil de Botox impactó contra los elfos en toda la geta. Sus rostros se transformaron inmediatamente en algo horrible.
- ¡Sus jodéis, elfos gilipollaaaaaaaaaaaaaaas!- gritaron los cuatro, que ya estaban a media milla de allí de lo que gambaron.
- ¡Esperadnooooooooooooooooooooooos!- dijeron los dos elfos, dándose patadas en el culo de lo que corrían.

Capítulo 1 parte 1

Capítulo 1

1

En una explanada junto a un bosque, cuya ubicación no viene al caso, unos niños jugaban a pelota alegre y despreocupadamente. La pelota iba pasando de mano en mano y los niños corrían, caían y reían divertidos. De repente, una anómala racha de aire surgida de la nada se llevó la pelota hacia el interior del bosque, dejando pesadumbre en cada una de las infantiles caras, pues era de todos conocida la maldición que caía sobre aquél cuyo valor le instara a entrar más allá de lo permitido.
Sin embargo, ese día había algo diferente, algo que se reflejaba en del rostro del único niño cuyo concurso en el juego no había sido permitido por los demás. Su nombre, Arthan, era sinónimo de desgracia, pues su madre había muerto nada más nacer él y su padre, herido en lo más hondo por su pena, había perdido el trabajo y se había lanzado a una vida de alcoholismo desmedido, condenándoles a una vida de estrecheces, mal humor y lágrimas.
-Yo iré -dijo con voz firme y decidida.
Se hizo el silencio, sólo roto por el niño altanero del grupo, el que siempre se salía con la suya, el que odiaba a Arthan.
-¿Tú...? ¡Pero si no eres más que un desgraciado pobretón! ¿No será mejor que regreses con el borracho de tu papá?
Un coro de risas burlonas coreó su comentario, y todos los niños comenzaron a rodear a Arthan, pero él permaneció impasible, sereno.
Pero entonces las risas cesaron. Uno a uno observaron cómo Arthan cerraba los puños y, con una determinación inaudita en alguien tan pequeño como él, entraba en el bosque. Sin una mirada atrás y sin una pequeña vacilación, la sombra de Arthan desapareció engullida por la oscuridad del bosque.
Arthan, en efecto, entró en el tenebroso bosque; pero a los pocos metros empezó a temblar, asustado por los siniestros ruidos que se le antojaron sumamente amenazadores, y quiso darse la vuelta. Las ramas de los árboles le impidieron la huida, por lo que no tuvo más remedio que seguir avanzando...
De repente, unas risas juveniles llegaron a sus oídos, alegres como las notas de una canción. Su origen era del todo desconocido, pero bebió y se emborrachó de ellas, esperanzado. Intentó encontrar a aquellos que parecían divertirse tanto, sin saber que era él quien motivaba aquellas risas con su ingenua búsqueda, que le adentraba cada vez más en el bosque encantado.
Al cabo de un buen rato, la cabeza comenzó a darle vueltas. Una tras otra se sucedían las mismas imágenes, girando ante sus ojos: árboles, ramas y espesura, sazonadas con unas extrañas voces. De pronto, el mareo cesó sin saber cómo, y una extraña oscuridad lo atrapó. Sin embargo una voz pareció hablar en su cabeza un segundo antes: "tranquilo Arthan, tu camino acaba de comenzar".
El miedo comenzó a invadirle en oleadas, una y otra vez golpeando ruidosamente  las puertas de su mente, y recordó  las burlas de los niños por cuyo respeto estaba allí atrapado. Finalmente comprendió que no había merecido la pena y que quizás había hipotecado su vida por estúpido orgullo...
Justo en este momento, la oscuridad se dispersó y un árbol frente a él cobró vida, le miró con su extraño rostro y habló:
- Hijo de los hombres, reflexionas con humildad y abres tu mente; a muchos he atrapado y tú eres otro más. Dime, ¿quieres que te libere? Mas, ¿porque debería...? -dijo al tiempo que Arthan abría sus ojos en extremo y pateaba retrocediendo sin poder dejar de mirar
- . Mi nombre es Faethel, el vigilante del bosque. Y si tú estas aquí conmigo, es porque este mundo corre peligro y sólo tú puedes ayudarnos.
- Só...Sólo quiero la pelota, señor...- tartamudeó el niño.
- ¡Olvídate de la estúpida pelota!- Su semblante cambió totalmente, mudando su afable expresión por otra de enfado, haciendo que a Arthan le diera un vuelco el corazón.
El niño rompió a llorar, pero el anciano árbol no se apiadó.
- ¿Por qué ha tenido que ser un niño estúpido? -dijo, dirigiéndose a nadie en concreto.
- Yo no soy estúpido, señor- respondió Arthan secándose las lágrimas-, yo sólo quiero la pelota...
- Está bien pequeño -su cara se volvió a transformar en la de un dulce ancianito-, pero antes tendrás que hacer una cosita... Sólo te pido una flor, una flor de tres colores.
- ¿Para qué queréis una flor de tres colores, señor?-preguntó Arthan.
Y el viejo árbol, mirando hacia un trozo de suelo  de un color oscuro y poco amigo de la vida, le dijo a Arthan:
- En el pasado se erguía en ese lugar otro árbol. Esa flor producirá una semilla mágica, que deshará el conjuro que una mala bruja le echó, trayéndolo de vuelta.
Entonces Arthan pregunto:
- ¿Dónde puedo encontrar esa flor?
Y el anciano árbol le dijo:
- Esa flor aún no ha sido germinada.
Arthan se extrañó y susurró para si mismo:
- Joer con el abuelete...
El anciano árbol mandó al chico a lo alto de una colina, diciéndole: “sube a lo alto de ese monte y busca al gran mago Wherter Young, él te ayudará a buscar la flor.”
- Pero yo no conozco el camino hacia las colinas... ¿Cómo podré llegar a la cima sin caerme o perderme?- preguntó Arthan.
-Te acompañará Iñigo Montoyus, experto en barrancos y senderos- de entre la maleza salió un hombre con una espada en la mano y un curioso bigotito en la cara.
- Sígueme, pequeñu... A ver si damo con el tal Wherter y de pasu nos fijaremo por si encontramos algún hombre con sei dedo. Y tranquilo, no nos perderemo... lo elementale der bosque están con nusotros.
Entonces, el apuesto Iñigo y el canijo de Arthan emprendieron el camino, iniciando  una dura ascensión.
La noche se les echaba encima y aún les quedaba un buen trecho hasta la cima. Vieron una lucecilla a lo lejos y el joven Arthan, tartamudeando, le dijo al apuesto Iñigo:
- ¿Viste… viste eso, Iñigo?
- ¿Que si ví qué, la lus? No te asuste, jovensito, es la señal de que allí encontraremo a Wherter -respondió con seguridad el montaraz.
“ Pa mí que este no tiene ni idea de donde vamos, ya hemos pasado siete veces por el mismo sitio”, se dijo el niño.
- ¿Estás seguro de que hemos de seguir la luz?
- Completamente, Arthan... prepárate a conoser ar mago má grande del universo.
Una vez en la cima, ya amanecido, vieron que el suelo, curiosamente, estaba formado de enormes piedras, y entre piedra y piedra grandes agujeros que parecían no tener fondo. El apuesto Iñigo cogió al zagal por el pescuezo, se lo colocó en sus hombros y, con gran agilidad, empezó a saltar entre las rocas, con tan mala suerte que resbaló (por culpa de Arthan, claro está), cayendo ambos por un oscuro agujero.
- Joer, niño, ¿tas bien?- preguntó Iñigo cuando hubieron aterrizado.
Y el zagal, abriendo un ojito, le dijo:
     ...........
Entonces se escuchó una débil melodía procedente del fondo de la gruta a la que habían ido a parar; Iñigo, como era hombre de recursos, se quitó la camisa, cogió un tronco que encontró en el suelo y fabricó con ello una antorcha que encendió con un poco de pólvora y unas cuantas de las piedrillas que llenaban el lecho de la cueva, y siguieron la melodía que, a medida que avanzaban, se oía más fuerte. Al fondo se empezó a ver una luz, que curiosamente parecía formada por miles y miles de colores, y allí estaba él tocando la guitarra española y el laúd cordobés, uno en cada mano y sin darse importancia: el gran mago Wherter Young.
Al percatarse de la presencia de Iñigo y Arthan, les dijo:
 -Sabía que vendríais, mi nombre es Wherter Young. Por cierto, tú debes ser Iñigo Montoyus, el gran montaraz de los bosques perdidos... ¿Quién si no hubiera fabricado una antorcha casera de las cuatro cosas del camino, haciendo un sol espléndido? Joder, ¿qué le has hecho al pobre niño?- Inquirió el estrafalario mago.
- En treinta años que llevo deambulando por el bosque é la primera ves que se me cae arguien, pero no temas, oh gran mago: creo que está bien. Bueno, me preocupa un poquito esa pus blanca que le sale de la cabesa...
- Aparta, Iñigo.
Wherter colocó sus manos en la cabeza del niño.
- Capun carapé, dubitatiun salgedotian, supercalifragilisticoespialidoso...- y entonces, del pelo del niño emergió una llamarada-¡...Ay ay ay ay, ya me he vuelto a equivocar de conjuro!
Wherter Young y el apuesto Iñigo se quedaron mirando al pequeño Arthan, al cual se le escapó una lagrimita, y entre sollozos dijo:
- Joer, sólo quiero encontrar la florecita y dársela al árbol anciano...
Wherter se emocionó y empezó a llorar abrazado al pequeño Arthan, también se unió el montaraz tras dejar descuidadamente lo que llevaba encima de una mesa; sin que nadie se diera cuenta, la antorcha que hizo Iñigo prendió la mesa del mago: allí era donde tenía sus libros de conjuros y los discos de Los Pecos.
- ¡Nooooooooooooooo!- exclamó Wherter Young-, ahora sí vamos a tener que improvisar...
Iñigo, interiormente se alegró, pues unas noches antes había tenido una horrible pesadilla en la cual era perseguido por Los Pecos por el bosque, mientras le cantaban esa canción de: “Y te vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas, y te vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas”.
Entonces Iñigo, con voz firme, dijo:
- Vamo a ver: tener, no tenemos na, pos eso, no pasa nada.
Y Wherter, sin tener muy claro si había entendido el mensaje del montaraz, recordó que en el lago había unas flores muy raras.
Para ir hasta el lago tenían que recorrer un largo trecho, por lo que improvisaron una camilla con un par de ramas y la piel de un enorme erizo que pasaba por allí, para trasladar a lo que quedaba del pobre Arthan.
- ¿No sufrirá er niño en este lecho de espinas?- preguntó el apuesto montaraz.
- No, tú tranquilo. La acupuntura va de muerte para la espalda- y los tres se dirigieron hacia el lago, cantando al unísono una alegre canción.
El niño se quejaba cada vez que la camilla de piel de erizo se tambaleaba:
-¡Ay, uh, eh, oh, arg!...¡Me las pagaréis…!
Al cabo del rato, entre las ramas de los árboles, pudieron distinguir la suave superficie del agua. En la orilla crecían abundantes juncos, y algunos árboles dejaban caer sus brazos hasta casi rozar con sus hojas el lago.
-¡Ahivá! -exclamó Montoyus, y dejó caer su parte de la camilla, por lo que Arthan quedó colgado cabeza abajo, con los pies para arriba.
-¿Qué pasa, montaraz?
El mago desvió la mirada hacia donde se dirigían los ojos de su compañero y distinguió a una joven bañándose en el lago. Sus ropas se veían colgadas no muy lejos de la orilla.
-Céfiro... -susurró el montaraz.
-¿La conoces?
-Sí...